Ayer a la tarde llovió y, aunque el suelo ya está seco, todavía se puede encontrar en el ambiente ese olor a tierra mojada que tanto recuerda al verano, a todas las noches que uno pasó despierto con sus amigos, leyendo un libro, escuchando música o simplemente haciendo nada, escuchando la lluvia de fondo y marcando en su memoria esos recuerdos que siempre vienen cuando se está en una situación similar.
Los pocos árboles que se alzaban, lo hacían altos y frondosos y cubrían todo a nuestro alrededor, brindando sombra y viento en ese día tan caluroso pero lindo al fin y al cabo. El pasto funcionaba de almohada y, a pesar de todo lo que rezongó mi amiga, pudimos sentarnos a disfrutar de ese maravilloso día.
Comencé a ver las nubes, era un juego para chicos, lo sé, pero me encantaba tratar de encontrarle alguna forma a las nubes y comparar con las formas que habían encontrado mis amigos, incluso estado solo lo hacía, era algo totalmente fascinante.
- Esa se parece a una sirena entrada en kilos tirándose al agua- murmuré totalmente emocionado.
- Las sirenas viven en el agua nabo- dijo mi amiga-. Además es una nube y, por ende, tiene forma de nube, no de sirena entrada en kilos.
- Que aguafiestas que sos Camila.
- No, estoy siendo realista, lo que pasa es que vos vivís en tu nube imaginaria donde una mancha y una nube, valga la redundancia, tienen forma de cosas que existen y de cosas inventadas por el hombre.
- Andá a cagar- fue lo último que dije antes de levantarme y volver al auto.
Me senté, usando la puerta del conductor como respaldo, y encendí un cigarrillo, ya estaba cansado de esos comentarios que hacía mi amiga, pero no le decía nada porque sabía perfectamente cómo se ponía cuando alguien le discutía sin un fundamento totalmente científico. A los minutos escuché la puerta del auto abrirse y cerrarse y la radio encenderse, seguramente mi amiga se había cansado de fingir que veía las nubes y había vuelto al auto.
Observé el paisaje un rato más, hacía tiempo que no estaba solamente conmigo mismo, hacía bastante tiempo que no estaba solo, pensando y replanteando las decisiones que había tomado y las que no. Encontré, junto a la rueda del auto, un pedazo de espejo y lo tomé; lo que reflejaba no era lo que yo recordaba que debía ser, físicamente era igual, pero había algo que no debía ser así. El espejo ya no mostraba a ese nene inocente que lo único que creía era que nada era imposible. Ese espejo mostraba otra cosa, me reflejaba de una manera más oscura. Inconscientemente me toqué la muñeca, los tajos denotaban esa oscuridad y esa desazón que lentamente había ido naciendo en mí. La marca de los huesos alrededor de los ojos, lo chupado de mis mejillas, la manera en que notaba mis costillas cuando me rozaba con el brazo, todo mostraba lo distinto y lejos que estaba de ser ese nene inocente. Sin embargo, a pesar de la depresión, la tristeza y el enojo, me sentía más vivo y fuerte que nunca.